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Cómo ha afectado la pandemia a nuestro descanso por el Dr. Javier Albares

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A raíz de la pandemia del COVID_19 aumentaron de forma exponencial los estudios sobre la repercusión del aislamiento social sobre la calidad del sueño.
Los primeros síntomas descritos por la población fueron la aparición de ansiedad, preocupación, temor, alteración del estado de ánimo y estrés postraumático. El estrés provoca una activación psicológica y fisiológica en respuesta a las demandas del día a día. Se asocia a un sueño más corto, fragmentado y superficial. El sueño más corto provoca un aumento de los niveles de cortisol, que aumentan los niveles de estrés, formando así un círculo vicioso entre el estrés y el insomnio.
Si a todo esto le sumamos que, durante el confinamiento se alteraron los sincronizadores sociales, cambios en las rutinas de exposición luz-oscuridad, actividad-reposo, horarios de comidas, aumento del uso de nuevas tecnologías, etc., no tardaron en aparecer los trastornos del sueño.
Los estudios describieron la aparición de problemas de conciliación del sueño, fragmentación del mismo, despertar precoz, cambios en el ritmo circadiano, aumento de pesadillas (ligadas al estrés postraumático).
¿QUÉ PASÓ TRAS EL LEVANTAMIENTO DEL CONFINAMIENTO Y EN QUÉ SITUACIÓN NOS ENCONTRAMOS AHORA?
Aunque los resultados de los estudios son variables según la zona geográfica estudiada (debido a las diferencias de afrontamiento de la pandemia a nivel político), la prevalencia de los trastornos del sueño en la actualidad es superior a la que existía antes de la pandemia.
El estrés y los cambios provocados en nuestro estilo de vida durante el confinamiento, especialmente, y la pandemia, en general, han ayudado a cronificar los trastornos de  insomnio y del ritmo circadiano.
Un ejemplo claro lo encontramos en nuestra vida laboral. El teletrabajo se ha instaurado ya en muchas empresas, y esto provoca un cambio en nuestra forma de relacionarnos y en nuestro día a día. No tener que salir de casa implica, de entrada, una menor exposición a la luz natural. Implica además, un aumento de la exposición a la luz de aparatos digitales, una vida más sedentaria con horarios irregulares en las comidas, que favorecen el desajuste de nuestro ritmo circadiano, afectando a nuestro sueño.
Llevar a cabo una correcta higiene del sueño es fundamental para minimizar los efectos que ha tenido la pandemia en nuestro descanso. Si con eso no es suficiente, es importante consultar siempre con un especialista en trastornos del sueño para poner solución lo antes posible y volver a tener un descanso saludable.

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